-¿No le regalarías también el collar?
-Sí. ¡Calla que puede escucharte!
-Era una joya familiar que fue de mi madre y antes de mi abuela ¿Cómo has podido…?
-Quise impresionarla y que supiera que la quiero. No te apures tanto que me ha prometido que lo guardaría para nuestra hija.
-¡Hay! Si ella supiera que el collar esta echo de guisantes pintados… Elena que escuchó tras la puerta contempló la joya asombrada y salió como una leona.
-Toma tu baratija y devuélveme mi promesa, hemos terminado- dijo mientras se marchaba.
-Pero si son perlas auténticas
-Hijo, te acabo de librar de una pelandusca (M. Cas)
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