Ninguno terminamos Derecho. Eso no fue impedimento para que cada quinquenio nos siguiésemos reuniendo. Nos unieron nuestras ganas de soñar y de dejar volar nuestra imaginación. Ocupábamos un antiguo caserío abandonado para nuestras reuniones, cercano a la Universidad y allí practicábamos todo lo imaginado; sin prejuicios. Miré el calendario: marzo, mes donde todo florece. Llega el día.
Todos juntos otra vez, empezamos a poner sobre la mesa lo que cada uno traíamos: música, cuentos, poemas, delirios y divagaciones, antifaces, esposas, alguna corbata y disfraz, velas, aceites, lo que parecía un columpio… y algo de comer.
¿Sueñas tú?
No hay comentarios:
Publicar un comentario