La serpiente me quedó más gorda de lo previsto, le dibujé tan grande la cabeza que sin darme cuenta pasó de ser un vulgar reptil a ser un basilosaurus, que en sus fauces devoraba al capitán de la galera; y esta, parecía en proporción una balsa que navegaba en un charco. Pareciéndome horroroso el dibujo, lo tiré a la basura. Mi hermano Daniel, al verlo, pensó que podía ganar el concurso del cartel de Halloween. Días más tarde atónita vi en un muro mi espantoso dibujo. Simultáneamente sonó mi teléfono; era Dani diciéndome que era una artista. Sólo pude balbucear:
-Vaya, no era tan grande la cabeza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario