viernes, 25 de junio de 2010

El periódico

Pedro, el oculista, ha salido corriendo a comprar el periódico, Por el camino, se le salía el corazón del pecho pensando que le había tocado el premio. Nada más abrir la página de contactos personales vio su mensaje que decía “Lo siento, pero necesito a un hombre con fortuna. Otra vez será”
Aprovechó para mirar su boleto de lotería y al ver su número que coincidía, la alegría renació de nuevo. Se encaminó a la redacción del periódico a poner un mensaje a aquella chica que decía “Me tocó el gordo doblemente, así pues, la que todo lo quiere, todo lo pierde” (M.Cas)

Como un maniquí

Pedro, el oculista, ha salido corriendo detrás de su perro, porque en un descuido, al caérsele su sonotone, lo atrapó pensando que era un hueso. En aquel trance equivocadamente cogió unas gafas. Y al salir tropezó con una mancha negra que se movía huyendo de algo, yendo a caer justo en un busto que transportaban a la tienda, sintiendo por primera vez unos pechos tan cercanos. Cuando su mancebo le ayudó cambiando sus gafas y se dio cuenta que era sordo y ciego como aquel maniquí. Y que aquella mancha era el gato que perseguía su perro que aún llevaba su oído en la boca.

sábado, 19 de junio de 2010

Hipocresía

- Hace ya tiempo que aquí nadie cree en los milagros- decía el Presidente reunido en su casa con los ministros. Como van a creer decía: - La masa en paro, los emigrantes, los empresarios y los bancos, todos piden algo. Unos para cubrir sus necesidades y otros para aumentar su capital. Sin contar con las religiones que sólo buscan confundir a todos criticando lo que a ellos no les interesa. Cuando interrumpió el hijo del presidente de diez años diciendo: - Papi, creerán cuando los más ricos compartan lo que tienen con los demás. Todos allí rieron a carcajadas y el Presidente añadió: -Sólo es un niño. (M. Cas)

lunes, 14 de junio de 2010

Tiniebla mística

Hace ya tiempo que aquí nadie cree en los milagros y menos en esta noche tétric en la que buscamos al pequeño desaparecido en el bosque. Parecía que la tierra lo hubiese engullido y la gente, temía encontrar a la "santa compaña" entre la niebla con el niño entre sus sudarios fúnebres. Las voces resonaban gritando su nombre que se perdía en la inmensidad, como la esperanza de encontrarlo.
La luz de la luna alumbraba los claros cuando un aullido se escuchó y unos ojos deslumbrantes enrojecidos aparecieron de entre el follaje. Tras ellos había una loba que amamantaba al niño mientras le crecía el pelaje (M. Cas)

viernes, 4 de junio de 2010

Mataratas

La cena se enfriaba en la mesa, las manecillas del reloj parecían no moverse junto con aquel silencio ceremonial que increpaba mis nervios. Cada uno sentado en su lugar, esperábamos ver quién se atrevería a comer el primero. Cuando mi marido después de unas palabras recordatorias terminó persignándose, todo respondimos amén y esperamos que él iniciara su cena. Aquella tradición era de las cosas que no soportaba y recordé los apuntes de mi viejo diario, donde había escrito como quería que fuera mi príncipe azul, nada de lo escrito se asemejaba a aquel hombre y le miré sabiendo que aquellos polvos en su cena serian mi liberación. (M. Cas)