martes, 12 de mayo de 2009

Desayuno para dos

Cerré la puerta despacio, sin hacer ruido mientras mis compañeros cómplicemente entretenían al profesor. Anduve por el pasillo sigiloso eludiendo los relucientes cristales de las puertas hasta llegar al recreo. Jamás hice algo parecido si no me hubiesen obligado. Hugo enfadado me esperaba en el patio exigiéndome, como siempre, su desayuno que de un tirón me lo arrebató. Presentí que alguien se acerba, volví la cara y vi a Lucía. Al ver lo que sucedía, decidida se lanzó contra él. Hugo la agredió sin respeto. Ni mi comida, ni mis miedos me importaron y sin pensarlo, me enfrenté a él. Desde entonces desayuno con ella. (M. Cas)

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