martes, 27 de abril de 2010

Amantes silenciosos (V)

Al sentir la lluvia cálida de su semen correr en mi interior, la felicidad inundó mi ser y las embestidas fueron más fuiosas que nunca, hasta que nos quedamos exhaustos. Durante largo tiempo permanecimos en aquella postura que con besos tiernos logramos hallar la paz en aquella tormenta de pasión.
Aquel día, antes de salir, me puso sus llaves en la mano y dijo:
-¿Volverás?
Sin responder las guardé y me fui dándole un último beso.
Hoy tuve la necesidad de ir a su casa y ponerme frente al espejo para recordar acariciándome aquellos momentos. Sabía que Adrián no regresaría hasta por la tarde y fue al oler un aroma conocido y deseado para mi, lo que me despertó de aquella maravillosa sensación.
Abrí los ojos y pude ver que él estaba allí, contemplándome como si me hubiese leído la mente. Supe entonces que viviría una nueva pasión con él.
(Fin)

sábado, 17 de abril de 2010

La esfera mágica

Mañana va a llover- dijo mientras acariciaba aquella bola de cristal, que emitía unos rayos azulados al roce de su tacto, que se prolongaban unos centímetros más allá de su propia mano. Después me dijo que a la luz de una llama encontraría el verdadero amor y sería feliz para siempre. La miré a sus ojos y quise decir lo que pensaba, pero antes con mis pies tiré del cable que transmitía corriente a aquella esfera y nos quedamos a oscuras. Saqué el mechero de mi bolsillo, lo encendí y le dije: -Mi amor eres tú, que buena bruja eres. (M.Cas)

Cabalgata de reyes

-Mañana va a llover -dijo mi tía Dolores mientras se sentaba torpemente sujetándose la cadera en su viejo sofá y añadió: - porque me duelen los huesos y me avisan de cuándo va a llover. Remedios, mi otra tía, que se había comprado un nuevo paraguas, negó al instante que eso fuese posible porque a ella le brillaban los ojos de mirar por la ventana donde veía el arco iris en el horizonte y dijo: -En la televisión dio buen tiempo Y le pregunté ¿Por qué te compraste el paraguas? -Para coger caramelos en la cabalgata de reyes-me respondió

domingo, 11 de abril de 2010

Dolor de hija

Seguimos sin hablarnos y continúo mirando las manetas del reloj. No lo soporto, si pasa una hora más este silencio esta vez si que me voy de casa. La impaciencia de esos momentos me remordía la conciencia a pesar de que no había echo nada. Nada imperdonable. Cuando mi madre me veía en esa desesperación entonces un abrazo hacía la reconciliación. Y yo pensaba, puff... ya esta, no lo haré más. Ella es poseedora de un arma muy poderosa, como yo sé hoy que esa misma arma fue la que me hizo entender cuanto me quería.

Un billete fantasma

Seguimos sin hablarnos desde aquel último día cuando estábamos apunto de reencontrarnos de nuevo. Después de haberla llamado en las horas que yo sabía que su teléfono sería atendido, con mi maleta preparada, algo pasó dentro de mi que terminó desordenando mi cama con aquella ropa que con tanta ilusión había sido doblada. La sensación que tuve en ese momento al no contestarme sobre la decisión del billete de tren, fue que ella no me quería. Al día siguiente un mensaje de llanto y pesar me hizo saber que era ella la que sentía que yo no le amaba. (M. Cas)

Silencio de amor

Seguimos sin hablarnos después de una semana, noto que me evita al mirarme. En la comida sus ojos se clavan en las patatas fritas que en un triste huevo de yema seca se empeña en mojar las puntas. Al llegar la noche, ella como dueña de la pensión me da las llaves y cada uno se va a su habitación cruzando una tímida mirada que me dice que en la hora bruja mi puerta se abrirá y entrará la fantasía que durante el día silenciamos. Mientras escuchamos el roncar de su marido, ella me pide que la lleve conmigo. (M. Cas)

jueves, 8 de abril de 2010

Urbanita

Flechazo en carnaval

¡Imbéciles! Retumba en mi mente el recuerdo de sus gritos, mientras la rescataba de una bandada de palomos, que la incordiaban levantándole la falda. Sus coletas, la falda de tablas y la mirada por encima de sus gafas, no delataban los treinta años que tenía. Fue coincidencia que yo fuese vestido con toga y birrete. Se acerca el tiempo pagano de cuaresma y empiezo a pensar que le propondré este año, algo donde ella lleve faldas como ir de sacerdote y monja o de señorito y sirvienta, con la sorpresa de que pareceremos dos imbéciles celebrándolo en los carnavales de Cádiz.