domingo, 30 de octubre de 2011

El purgatorio

Como tantas veces había hecho de niño cuando salía de la iglesia respirando el aire fresco de la calle, para descontaminar mis fosas nasales de aquel olor a incienso. Aquel lugar no era un templo, ni los que me rodeaban eran buenos devotos sino que eran condenados en el purgatorio a la espera de su redención. Mire al cielo buscando un a respuesta a mis plegarias cuando escuche la voz del carcelero ordenando entrar de nuevo en las celdas. Ya sentado en el catre volvieron mis recuerdos de niño para liberar mi alma de aquella penumbra del pecado.

M. cas

ESTE NO PARTISIPO, NECESITABA LA REVISION DE (.....)

miércoles, 5 de octubre de 2011

Superviviente

Son las doce horas, un minuto y quince segundos. Tenemos que empezar el bombardeo para apoyar a la infantería. Proporciónale comida a eso cañones. Apuntar a la loma. ¡Moveos traed más proyectiles! ¡Fuego!...

Me relataba mi abuelo, que había sido sargento en la guerra, mientras engullía las cerezas escupiendo los huesos al compás de los obuses.

-Daniel, hay que comer cuando se halle, que yo he pasado mucha hambre. Me decía con marcialidad. Había escuchado cientos de veces sus hazañas y cuando terminaba, miraba las necrológicas, recortando las conocidas para guardarlas en su cajita. Para él, eran como un álbum de fotografía que le transportaba al pasado.

Manuel Cas.

Dedico este microrrelato al abuelo de una persona, la cual ha sido muy importante en vida y a la que le estoy muy agradecido. Por exceso de palabras hubo una frase que se me quedo en el tintero, y fue: Mi madre estando en el frente me envío una carta en que entre otras cosas me decía " Hijo mío, no fumes que el tabaco mata" ya su bisabuela era una adelantada a su época, creo que hubiese sido una buena investigadora, hoy día todos los paquetes de cigarrillos lleva inscrito esa mismas palabras. De todas forma, lo ese en siguente relato.

La última esperaza del fénix

Son las doce horas, un minuto y quince segundos, empezamos la cuenta atrás. Accionamos los reactores y Ascendimos lentamente experimentado como el impulso nos oprimía en el cubil. Mi corazón parecía el de un gorrión asustado, imaginando que me encontraría con la famosa huella. Pero un terremoto nos sacudió, aplazando nuestro juego. Veinticinco años más tarde la naturaleza se reveló contra vida existente a consecuencia del hombre. Jamás imagine que pilotaría la última nave que transportaría a los elegidos. Y cuando caminaba hacia mi destino una sonrisa irónica brotó de mis labios, al ver una cajetilla de cigarrillo tirada, donde leí “el tabaco mata”.

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