Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. Regresé a la habitación donde estaba mi mujer, a oscuras. La desfiguración de su cuerpo y su debilidad, habían mermado su belleza
- ¿Te sigo atrayendo?
- Para mí siempre serás la más bella, amor- contesté mientras me desnudaba
- Abrázame, lo necesito- dijo ella como si intuyera el final de su propio mal.
-Tranquila, mañana es la última sesión de quimioterapia. Te amo.
Y la ternura de ese momento nos fundió en el sueño. Al despertar, ella había comenzado su último viaje.
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