martes, 12 de mayo de 2009

Incondicional

Cerré la puerta sin hacer ruido y fui a acostar a los niños. Regresé a la habitación donde estaba mi mujer, a oscuras. La desfiguración de su cuerpo y su debilidad, habían mermado su belleza. Al abrir la puerta, con la luz tenue que reflejaba el pasillo, vi como se arreglaba.

- ¿Te sigo atrayendo?

- Para mí siempre serás la más bella, amor- contesté mientras me desnudaba

- Abrázame, lo necesito- dijo ella como si intuyera el final de su propio mal.

-Tranquila, mañana es la última sesión de quimioterapia. Te amo.

Y la ternura de ese momento nos fundió en el sueño. Al despertar, ella había comenzado su último viaje.

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