Lo mejor sería ir a por el destornillador de estrella me decía mi madre subida en la escalera. Yo entusiasmada iba a la caja de herramientas en su busca; era como ir a un supermercado de cacharros. Remoloneaba moviéndolo todo; tocando aquellas pinzas de las cejas que ahora sé que son unas tenazas; ordenando lo que para mi eran agujas y son clavos… cuando para mí habían pasado solamente segundos, oía a mi madre gritar mi nombre y diciéndome si tenía que bajarse ella a buscarlo.
Pero sobretodo, lo que más me alucinaba, era pensar que yo quería ser como ella de mayor; una enfermera de la casa. (M. Cas)
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