viernes, 18 de marzo de 2011

El masajista

Totalmente segura se dejó llevar por aquel momento que la extasiaba mientras sus fuertes manos la relajaban con aceites notando como estiraba su piel en cada roce. Un inmenso calor la perturbó cuando sintió como aquel rodillo impregnado en esencias presionaba entre sus piernas, haciéndola desear que no parara. Durante una hora se repitieron aquellas sacudidas de dolor y placer que la dejaron exhausta, cuando él dijo: - Cierre los ojos y descanse un rato antes de levantarse. Su voz cálida junto con sus manos, le habían quitado todos sus dolores musculares en una sesión, que no dudó que repetiría. (Manuel Cas)

Sídrome de Estocolmo

Totalmente paralizada, amordazada y con los ojos vendados por aquel secuestrador, aquí me ha dejado diciéndome que no intentase escapar ni gritar, que regresaba enseguida. Me rio en pensamientos "¿Qué no me mueva? Es imposible, me tienes atada". No sabría decir el tiempo que ha transcurrido cuando oigo el girar de la llave ni el que tarda en acercarse tan sigilosamente, que el roce de sus labios en mi cuello me hace estremecer y el calor de su cuerpo desnudo al abrazarme dejé escapar un Ohhhhh enmudecido, mientras siento como él y yo nos convertimos en uno, haciéndome totalmente feliz.

Engaño

Totalmente convencida caminaba con paso firme hacia el lugar de encuentro. La emoción la envolvía más cuanto más cerca estaba. En cierta forma, quería pasar desapercibida pero su vestimenta exótica y sensual lo hacía imposible. El temor a que su marido la viera aumentaba su determinación por aquel encuentro y más si la veía con su cita. Una vez llegó se dieron un abrazo y un par de besos, aquella mujer que la esperaba era muy bella y elegante. En cuanto le enseñó el catálogo de bocetos de ropa, sólo pudo decir "su marido es un artista de la moda, lo contratamos" (Manuel Cas)

lunes, 14 de marzo de 2011

Relatos en cadena

Con este amargor tan extraño que va consumiendo mi honradez, cada vez que tengo que elegir un microcuento ganador y que nunca es el que mi conciencia me dicta, sino el que mejor le conviene a la sociedad mercantil. Que bajo las intenciones culturales se camufla para negociar la literatura según su interés. No conformándose, le dan publicidad a bombo y platillo para aparentar profesionalidad. Pero esta vez me negaré a seguir saboreandola mierda de la falsedad porque enviaré este microcuento anónimamente a mis jefes; seguro que este no ganará, pero al menos sabrán que la semilla ya está sembrada. (Manuel Cas)

viernes, 11 de marzo de 2011

Marido de ocasión

Con este amargor tan extraño que tengo por el funeral de mi amiga, voy mezclando en mis pensamientos, a pesar de mi dolor, que queda libre su “marido”. Que en tantas ocasiones fantaseé con él, atento, caballeroso, con principios y una verborrea inacabable, nunca te aburrías a su lado. Pero en cambio, todas sabíamos que era un mujeriego que donde veía una falda se perdían sus pensamientos de fidelidad. Siempre pensé que eso lo hacía porque ella no supo conquistarlo de verdad.

Ahora el camino lo tengo libre... Pero me pregunto ¿no habrá matado él a mi amiga para estar conmigo?

Como buenas hermanas

Con este amargor tan extraño por la muerte de mi amiga. Recuerdo como nació nuestra amistad tras aquella patada, compartiendo nuestros secretos de niñas, el rubor de la primera mirada con un chico, el primer beso o las rabietas y grandes injusticias que hacían con nosotras nuestros padres. Fue creciendo conforme lo hacíamos nosotras hasta el punto que llegamos a tener el mismo gusto por los chicos y sin que ella lo supiera, compartíamos a su marido. Sé que en adelante no serán tan emocionantes nuestros encuentros secretos, esto hará que la eche mucho de menos.

sábado, 5 de marzo de 2011

Ofidiofobia

-¿Por qué me miras así? Si sabes que me atemorizas. ¿Qué quieres de mí que no te haya dado ya? Si hasta el sol que brillaba en mis ojos me quitaste, ocultado por tu sombra. Te llevaste a mi prole sin compasión y no contenta, aún vienes en mi busca. Tu veneno me ha dejado inmóvil, ¿a qué oscuro lugar me llevas? que no veo la luz al final. ¿por qué aprietas mi ser ahogándome? Harás que mi corazón estalle de terror, !déjame salir!... - gritó, divagando la pobre rata esperando sus respuestas, mientras era comida por aquel reptil. (Manuel Cas)

Mis muñecos

¿Por qué me miras así? Me preguntaba mientras venían a mi mente miles de imágenes de cuando era niña, donde me recreaba en aquel teatro que mamá me hizo. El arlequín era el saltimbanqui, el actor que cambiaba de voz a cada personaje que interpretaba. Siempre me preguntaba quién le ponía la voz. Miraba a mis padres como con sus manos movían aquellas marionestas, pero sus labios estaban quietos. Mientras que la voz imitaba mil efectos de chirríos, golpes o cachiporrazos. De esta intriga nació quien soy... una gran ventrílocua.