¿Por qué me miras así? Me preguntaba mientras venían a mi mente miles de imágenes de cuando era niña, donde me recreaba en aquel teatro que mamá me hizo. El arlequín era el saltimbanqui, el actor que cambiaba de voz a cada personaje que interpretaba. Siempre me preguntaba quién le ponía la voz.
Miraba a mis padres como con sus manos movían aquellas marionestas, pero sus labios estaban quietos. Mientras que la voz imitaba mil efectos de chirríos, golpes o cachiporrazos. De esta intriga nació quien soy... una gran ventrílocua.
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