Totalmente convencida caminaba con paso firme hacia el lugar de encuentro. La emoción la envolvía más cuanto más cerca estaba. En cierta forma, quería pasar desapercibida pero su vestimenta exótica y sensual lo hacía imposible. El temor a que su marido la viera aumentaba su determinación por aquel encuentro y más si la veía con su cita. Una vez llegó se dieron un abrazo y un par de besos, aquella mujer que la esperaba era muy bella y elegante. En cuanto le enseñó el catálogo de bocetos de ropa, sólo pudo decir "su marido es un artista de la moda, lo contratamos" (Manuel Cas)
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