lunes, 20 de diciembre de 2010

El fin

Más tarde, con el tiempo, plantaremos un árbol frente a las montañas nevadas que con suerte veremos crecer anunciándonos los cambios de estación. En la temporada de nieve nos sentaremos a relatar mientras escribes todo lo que nos ha sucedido, para dejar constancia de que fuimos los últimos que habitamos la tierra después de aquel cataclismo sin haber podido dejar descendencia. (Manuel Cas)

Ley de vida

Más tarde, con el tiempo, plantaremos un árbol donde cada primavera le veremos crecer al compás de él. Ya en verano, pondremos un columpió para balancearle mientras nos cobijará del sol. En el otoño, jugaremos al escondite con sus hojas; mas en invierno, lo adornaríamos para navidad. Algún día él grabará en su tronco un corazón que más tarde verá de mayor y sentirá nostalgia. Pero para entonces quizás ya descansaremos bajo la tierra junto al árbol devolviéndole lo que nos dio. (Manuel Cas)

sábado, 27 de noviembre de 2010

Dehemencia senil

Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada, la luz encendida, olor a loción de afeitar, el cierre de la ducha abierta y la toalla tirada ocultando sus zapatillas; como el hacía habitualmente.
Pero esta vez dejé la cámara de vídeo grabando. Al principio, me causaba escalofriós el ver que cada mañana se repetía aquel caos. Antes de morir mi marido fue muy ordenado hasta que esa enfermedad le afectó, olvidándose de todo. Le reprimía a cada instante hasta que llegué a acostumbrarme.
Pensaba que era su espíritu, hasta que vi en la filmación como yo misma era la que lo hacía y me eché a llorar. (Manuel Cas)

Olvido escatológico

-Esta mañana he vuelto a encontrar la tapa del váter levantada- dijo mamá malhumorada, mientras me escondía para que no la tomara conmigo.
Solía mirarme cuando algo le molestaba, tenía la sensación que me culpaba de todo. Pero esta vez decidido dije:
-Hace unos momentos papá se estaba afeitando, como todos sabemos, a Lulú le gusta sentarse en la tapa del váter para mirarle. Justo cuando él salía, ella saltó a la tapa, pero al hacerlo la tapa se abrió.
-¡Dios mío! !Esta perra hule a mierda!- Interrumpió mi madre antes de que terminara de contarle.
-Y yo volví a sentirme culpable por no tirar de la cadena. (Ana T.)

jueves, 4 de noviembre de 2010

Viajes de realnima

Rutinariamente, intercambió sus pulseras identificativas. Compartió habitación con Juan, un niño de mirada triste, languidecido cuerpo y debilitado hálito debido a su tratamiento de quimioterapia. En sus ojos veía sus ganas de viajar a un mundo del cual él tenía la llave y sin dudarlo, cuando dormía, le ponía su pulsera para cederle su billete con el celador con destino a la rehabilitación.

sábado, 23 de octubre de 2010

Amor eterno

Como los ángeles al caer el sol salía de casa emperifollada con aspecto felino, balanceando su culo al ritmo de sus tacones. Dispuesta a someter a castigo a los demonios que halagaran sus encantos. Se dirigió como cada diecisiete de octubre para cumplir su promesa de ser feliz. Entró en un garito y eligió a un chico que se pareciera a su amor para llevarlo con ella hasta su destino. Cuando llegaron se pararon delate de una lápida. Se denudaron e hicieron el amor mientras ella repetía en gozos la cita de la lápida “TU AMOR NUNCA TE OLVIDARÁ” (Manuel Cas)

jueves, 7 de octubre de 2010

Chiribitas de amor

Aunque Tú no me lo digas,

yo sabré que es de tu vida.

Andaré por tus caminos

para ser tu único destino.

Quiero mirar desde tus ojos

y hacer de ti mi eterno antojo.

Voy a escribir balada nueva

para que tu cuerpo se mueva,

castigando tus sentidos

al compás de mis latidos.

Quiero bailar contigo...

para volar inmensamente

en nuestro Edén más reciente.

Quiero bailar contigo...

descalzándonos en el piso.

Inventaremos nuevos besos

que alentarán estos comienzos.

Quiero abrazar tus sonrisas

uniéndolas a las mías.

Quiero que sepas que mi fuego

sólo en Ti encuentra consuelo.

Aunque Tú no me lo digas,

yo sabré que es de tu vida.

Manuel Cas

sábado, 25 de septiembre de 2010

Soledad

A paso lento me encaminaba hasta la estación donde debía coger mi tren hacia un destino incierto. Rebuscaba entre la gente un motivo para no partir, la inquietud me asfixiaba al acercarme al andén y mis pasos se ralentizaban.
Veía como la gente se movía con prisa a mí alrededor. El reloj marca las seis mientras la última llamada por megafonía anunciaba que mi tren salía. Indeciso posé mi pie en el escalón y miré hacia atrás recordando que allí dejaba la historia de mi vida y nadie me despedía, tras setenta años volvía sobre mis pasos. (M. Cas)

A tiempo

Con sigilo y excitada salgo de casa. Hoy es diferente. Subo al coche y recorro los primeros kilómetros. No he dormido bien y mi nervios aumentan. !Sorpresa! Un atasco. Aprovecho para comprobar que he cogido los billetes; Sí.
Comenzamos a movernos, acelero mientras pienso que el reloj no para. Me falla hasta el aparcamiento pero ya estoy en el asiento 9c coche quince. Durante el camino dudo si he hecho bien, pero al llegar a Atocha veo entre la multitud unos ojos que me miran fijamente. Le reconozco y supe que aquí empezaba otro viaje.

viernes, 25 de junio de 2010

El periódico

Pedro, el oculista, ha salido corriendo a comprar el periódico, Por el camino, se le salía el corazón del pecho pensando que le había tocado el premio. Nada más abrir la página de contactos personales vio su mensaje que decía “Lo siento, pero necesito a un hombre con fortuna. Otra vez será”
Aprovechó para mirar su boleto de lotería y al ver su número que coincidía, la alegría renació de nuevo. Se encaminó a la redacción del periódico a poner un mensaje a aquella chica que decía “Me tocó el gordo doblemente, así pues, la que todo lo quiere, todo lo pierde” (M.Cas)

Como un maniquí

Pedro, el oculista, ha salido corriendo detrás de su perro, porque en un descuido, al caérsele su sonotone, lo atrapó pensando que era un hueso. En aquel trance equivocadamente cogió unas gafas. Y al salir tropezó con una mancha negra que se movía huyendo de algo, yendo a caer justo en un busto que transportaban a la tienda, sintiendo por primera vez unos pechos tan cercanos. Cuando su mancebo le ayudó cambiando sus gafas y se dio cuenta que era sordo y ciego como aquel maniquí. Y que aquella mancha era el gato que perseguía su perro que aún llevaba su oído en la boca.

sábado, 19 de junio de 2010

Hipocresía

- Hace ya tiempo que aquí nadie cree en los milagros- decía el Presidente reunido en su casa con los ministros. Como van a creer decía: - La masa en paro, los emigrantes, los empresarios y los bancos, todos piden algo. Unos para cubrir sus necesidades y otros para aumentar su capital. Sin contar con las religiones que sólo buscan confundir a todos criticando lo que a ellos no les interesa. Cuando interrumpió el hijo del presidente de diez años diciendo: - Papi, creerán cuando los más ricos compartan lo que tienen con los demás. Todos allí rieron a carcajadas y el Presidente añadió: -Sólo es un niño. (M. Cas)

lunes, 14 de junio de 2010

Tiniebla mística

Hace ya tiempo que aquí nadie cree en los milagros y menos en esta noche tétric en la que buscamos al pequeño desaparecido en el bosque. Parecía que la tierra lo hubiese engullido y la gente, temía encontrar a la "santa compaña" entre la niebla con el niño entre sus sudarios fúnebres. Las voces resonaban gritando su nombre que se perdía en la inmensidad, como la esperanza de encontrarlo.
La luz de la luna alumbraba los claros cuando un aullido se escuchó y unos ojos deslumbrantes enrojecidos aparecieron de entre el follaje. Tras ellos había una loba que amamantaba al niño mientras le crecía el pelaje (M. Cas)

viernes, 4 de junio de 2010

Mataratas

La cena se enfriaba en la mesa, las manecillas del reloj parecían no moverse junto con aquel silencio ceremonial que increpaba mis nervios. Cada uno sentado en su lugar, esperábamos ver quién se atrevería a comer el primero. Cuando mi marido después de unas palabras recordatorias terminó persignándose, todo respondimos amén y esperamos que él iniciara su cena. Aquella tradición era de las cosas que no soportaba y recordé los apuntes de mi viejo diario, donde había escrito como quería que fuera mi príncipe azul, nada de lo escrito se asemejaba a aquel hombre y le miré sabiendo que aquellos polvos en su cena serian mi liberación. (M. Cas)

miércoles, 19 de mayo de 2010

Silencio

-No dije que lo sabía, no era el momento
-Nunca hay momentos para ti !Como si vivieras sólo! ¿Ahora sí?
-Dame tu mano, cierra los ojos- se prolongó un silencio- escúchame con atención, déjate llevar por mis latidos y embriágate de mis sentimientos.
Silencio que rompo cada día sentándome a su lado para continuar con el libro que estamos leyendo; que desgarro con mis sonrisas al contarle como fue mi día de trabajo; que adorno con una rosa cogida de nuestro jardín de sueños; que odio cuando cogió mi mano y me dijo que le quedaban sólo unos meses de aliento.

La puerta del armario

No dije que lo sabía, fuiste tú quien me lo dijo aquel día que hablabas de la pareja y como te gustaría que fuera. Noté como hacías énfasis en aquel carpintero, de hombros de centurión y cuerpo de David.
El romanticismo ha sido algo innato en ti, aún recuerdo cuando me preguntabas ¿por qué los teletubbies no se ponían calzoncillos o por qué no se les veía su pajarito y su rajita?
He supuesto que aquel nuevo armario que te montó fue determinante. Hijo solo te digo que conmigo no tienes que esconderte, pero tu padre es otra cosa. (M. Cas)

jueves, 6 de mayo de 2010

El verdugo

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared donde daba el sol de la mañana; sin el cristal, para que la luz fuese el verdugo purificador. Sus poderes procedían de ultratumba, regresando cada noche para infligirnos castigos crueles como antes de morir. Aquella noche el retrato del abuelo desapareció de la pared y escuchamos un quejido junto a su voz impotente que decía:
- De mí no podréis deshaceros mientras me recordéis, os mostraré el infierno donde me habéis colgado.
Al amanecer el retrato apareció con la imagen borrada por el sol. Y decidimos enseñar el camino hacia la luz a la sumisa de la abuela. (M. Cas)

Fantasías marcianas

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared, una foto que aparecíamos todos los hermanos. Retrocedí a mis tres años cuando en mis primeros pinitos como gimnasta, me rompí el brazo dando una voltereta en un sillón. Mis lloros cesaron cuando llegamos a lo que parecía otro planeta, donde unos marcianos vestidos de verde me miraban y sonreían. Después me subieron en una nave espacial para hacerme fotografías con luces resplandecientes. El viaje acabó cuando un extraterrestre de bata blanca me dijo que no podía mover el brazo dejándolo como un guante blanco, pero a cambio me dio una piruleta. Miro la foto y entiendo porqué soy astronauta.

El pavo real

Hasta que decidimos volver a colgarla en la pared la pluma de pavo real que nos regaló el chico guapo, encargado de las pajareras del zoológico.
La quitamos porque aquel círculo de colores, por la noche parecía tomar vida, como si fuese un ojo. Dialogamos que era lo que nos hacía sentir aquella pluma. Pensé que a todas nos daba miedo, pero comprendí que ese círculo celeste nos recordaba a los ojos de aquel chico, aunque todas lo negábamos. Lo que no sabían mis hermanas era que él me había regalo una alianza de compromiso, que por cierto ahora que lo pienso, es idéntica a las que ellas tienen. (M.Cas)

martes, 4 de mayo de 2010

Amantes silenciosos (I)

Desnuda frente al espejo susurro con calidez su nombre. Al mismo tiempo, mis recuerdos se apoderan de mis deseos de ser nuevamente poseída por Adrián. Al ver mi figura reflejada, mis manos comienzan a deleitarse recorriendo mi piel morena que realza mis senos ovalados, como unos limones maduros con sus puntas erectas apuntando al cielo, esperando algún roce que me deleite. Más abajo, un piercing adorna mi ombligo incitando a ser lamido para darme placer en cada cimbreo. Mis ojos rasgados resplandecen tras el cristal haciendo su celeste más limpio al contemplar mi pubis; en parte rasurado que deja entrever una franja a modo de señal, anunciando dónde está mi secreto más preciado. Las curvas de mis caderas se prolongan serpenteantes en perfecta armonía hasta llegar a mis tobillos, donde las hebillas de los zapatos de tacón de aguja se abrochan, regalándome aún más la sensación de largura de mis piernas, alentándome a acariciarlas. Cerré los ojos y mi mente me desplazó a aquellos momentos donde todo empezó.
Fue el ruido de los de las mudanzas lo que me despertó y me asomé a curiosear, pero no advertí nada interesante, a pesar de que eran chicos jóvenes y atléticos, con sus camisetas ajustadas y mojadas por el esfuerzo que marcaban sus músculos. Al salir a la calle y al girarme tras cerrar la puerta, me encontré de frente con aquel hombre que subía hacia su nueva casa. La impresión que me provocó el tenerle tan cerca y contemplar aquellos ojos tan intensos, me hizo intuir lo que podría ser su interior. Experimenté algo que nunca había imaginado. Disculpándose me cedió el paso pero algo sucedió que me quedé paralizada unos segundos, los cuales él aprovechó para presentarse.
-Hola soy Adrián su nuevo vecino- dijo mientras me tendía la mano.
-Hola, yo soy Eva-. Al escuchar su voz, sentí estremecer algo dentro mí
La calidez de su mano y la delicadeza con la que me la tomó casi me hicieron estremecer y más aún, cuando se quedó mirándome a los ojos y presentí que él había intuido en mí la atracción que había provocado. Sin saber que decir salí atropelladamente hacia la calle, sabiendo que miraba como me marchaba. En esa huida quise evitar el movimiento de mis caderas, pero cuanto más lo pensaba menos dominaba mi culito que se balanceaba provocativamente haciéndome ruborizar... (continuará)

Amantes silenciosos (II)

Habían trascurrido unas semanas en las cuales cada día le veía salir. Al principio buscaba una respuesta a esas sensaciones que experimentaba. No podía creer que mi corazón se hubiese fijado en un hombre mayor que podría ser mi padre, en cambio esa mezcla de cabellos negros adornados de blanco lo hacían ser tan interesante…
Alguna vez en la cocina le veía desde mi ventana y no podía resistirme a acariciarme, imaginando que él me veía mientras desabrochaba mi blusa liberando mis pechos para acariciarlos. Cerrando los ojos, me dejaba llevar por esas fantasías en las que jugaba con mi cuerpo usando juguetes que improvisaba de la cocina. Como lo fue la maza de madera que me deleitó en infinitas ocasiones con múltiples orgasmos. Pero nada se pudo comparar con la sensación de sentirme amenazada con una navaja con la que Adrián robaba mi voluntad para poseerme. Mi cuerpo languidecía sólo de pensar que estuviera viéndome masturbar. Aún recuerdo como me humedecía con cada pensamiento que tenía. No podía creer que sólo unos pensamientos pudieran hacerme sentir tales goces y esos mismos, me animaran a acercarme a él.
Regresaba aquel día de trabajar, cuando percibí que entraba al portal del edificio acompañado de una chica de mi edad que parecía muy feliz jugueteando con sus manos. La sentí mi competidora y más aún al verla tan guapa y atractiva. No sé que me pasó pero mis celos brotaron rabiosos, a pesar de saber que no era nada mío. Él le abría la puerta de entrada cediéndole el paso, mientras lo hacía giró su cabeza para mirarme; creo que imaginó lo que mis ojos reflejaban a pesar de regalarle una sonrisa imitada. Pensar que pudiera ser su novia me irritaba, pero lo que sentía como un engaño curiosamente removía en mí el deseo de poseerle y sin saber porqué, se humedecía mi sexo. Estaba dispuesta a saber todas las respuestas a mis preguntas y para ello debía buscar una situación adecuada.
Aquel día, sabiendo a la hora que llegaba, le esperé impacientemente sin saber que podía pasar. Al oír que entraba, abrí mi puerta aparentando que salía, cuando Adrián me saludó con una sonrisa y nos miramos. En aquel momento deseé que la tierra me tragara, me flaquearon las piernas aunque lo disimulé apoyándome en la puerta. Durante un minuto nos quedamos en silencio, parecía que el mundo se había parado para nosotros y sin saber qué decir, esperé a que él dijera algo hasta que su voz relajada rompió el momento.
-Eva, creo que compartimos un mismo sueño ¿Querrías hacerlo realidad conmigo? (continuará...)

Amantes silenciosos (III)

Parecía como si nuestras mentes se hubiesen unido en ese instante, pues sin dejar de mirarle asentí con la cabeza y él me ofreció su mano para acompañarle a su casa. Nada más entrar rebusqué alguna señal femenina mientras él se plantaba frente a mí, cuando le pregunté:
-¿Quién era aquella chica tan guapa que iba contigo?
- Gracias, es mi hija -Tras una pausa añadió- Que me visitó para conocer mi nueva casa.
Tuvo que notar como mi expiración fue larga y relajante. Acto seguido me enseñó su cocina y mi mirada se clavó justamente sobre dos objetos que fueron fruto de mis fantasías. Creo que en ese momento debió notar como me ruborizaba. Alcanzó a cogerlos y pensé que era para guardarlos, cuando insinuante, me mostró la maza que aún tenía la etiqueta puesta y dijo:
-La compré pensando que la podría necesitar.
Aquella respuesta me puso nerviosa y por inercia respondí un largo “no” que después cambié a un suavizado “sí”.
En cambio el estilete lo cerró y sin dar importancia lo guardó en su bolsillo. Aquella acción creó en mí una sensación cálida, notando que empezaba a humedecerme. Segundos más tarde se acercó y sin mediar palabra, acomodó sus labios entre los míos con tanta pasión como lo había soñado. Me dejé llevar por su lengua que penetró en mi boca provocando un escalofrío que recorrió mi cuerpo. Sus brazos me rodearon elevándome para caminar. Abrí mis piernas abrazándole la cintura mientras gozaba de aquel primer beso. Me llevó a su alcoba depositándome en su cama. Las sábanas eran de seda, todo el entorno parecía preparado para pecar. El deseo rabioso se apoderó de los dos con un nuevo beso y comenzó a quitarme la blusa dejando mis pezones puntiagudos al fresco. Sin dejar de sentir su lengua batiéndola en mi boca, me sujetó las manos llevándolas al cabecero de la cama y pude ver como se quitaba la corbata para anudar mis manos contra el metal; pensaba que me lo había leído de la mente. Cuando empezó acariciar mis pechos supe entonces que no podría resistirme. Mas aún cuando su lengua empezó a deslizarse por mi barbilla para bajar por mi cuello que aprovechó para mordisquearlo. Su aliento sobre mi piel me excitaba más a cada instante, poco a poco sus labios se posaron en mis pezones castigándolos con lametones que los hacía cimbrear. Yo deseaba que los mordiera, ya que si lo hacía sabía que podía sentir un orgasmo. De repente paró de lamer un segundo.
Inquieta por esa pausa le miré y vi como sacaba el estilete de su bolsillo. El filo de su navaja brilló y lo llevó a su boca para lamerlo, después lo acercó a mis pechos y pude sentir el tacto frío del acero. La excitación mezclada con el peligro hacía el momento muy erótico. Tuve que cerrar los ojos y confiar en él, de otra manera hubiese gritado. Poco después acercó su navaja a mi cuello donde sentí la punta penetrar y la hoja deslizarse, un ínstate después la sensación de que un líquido cálido bajaba hacia mis pechos me alertó pero no había sentido dolor, al contrario, aún estaba más excitada cuando noté que una gotas caían en mis labios. Al abrir los ojos vi como de la punta del estilete caía algo que supuse que sería su propia saliva. Le miré un instante mientras nacía de mi interior una reacción salvaje, que me llevó a elevarme para besarle. Pero la pasión se volvió furia y le mordí el labio, rajándoselo. La sangre brotó con rapidez y al apartarme noté su sangre caliente en mis labios, pero él ni se inmutó.
Mientras yo me relamía seductoramente, él terminaba de quitarme la ropa al mismo tiempo que me abría de piernas y se desnudaba dejándome ver lo que tanto anhelé desde mi cocina. Arrodillándose ante mi cuerpo, acercó su rostro dejando caer unas gotas de sangre en mis labios. Muy excitada las relamí... (continuará)

Amantes silenciosos (IV)

Mis ansias buscaron sus labios para secarlos, y mientras él se posicionaba encima de mí, iba adentrando su pene lentamente en mi interior estremeciéndome. Profundizaba con su deliciosa verga llenando mi pozo húmedo al mismo tiempo que yo lamía sus labios como una gatita sometida. Cuando creí que terminaba de penetrarme, de golpe sentí como empujaba con fuerza metiéndome hasta el final de su hermoso rabo. Aquello hizo que lanzara un gemido y que mi cuerpo se doblegara ante tanto vigor. Una tras otra fueron sucediéndose las sacudidas elevando mi gozo, que zarandeándome con sus embestidas salvajes los orgasmos fueron sucediéndose sin pausa hasta que perdí la conciencia.
Quise regalarle algo tan preciado como lo que él me había estado dando durante lago tiempo y como entendiéndolo, me soltó de mis deseadas ataduras. Me posicioné de espaldas a él con las manos sujetando el metal del cabecero e hincado las rodillas en la cama, dejé mis nalgas expuestas a su merced. Empezó a recorrer mi espalda con su labios buscado el lugar de mi regalo. Al llegar a mi culito lo besó y dio unos mordiscos que me encantaron. Tras aquello, sentí como sus manos azotaban mis cachetes con rigor y eso alimentó aún más mis deseos. Grité de placer al sentir como también era azotado mi clítoris que estaba en su plenitud. Volvieron mis orgasmos cuando sus labios se sumieron en mi sexo lamiendo cada milímetro de la piel y secando mi lago caliente con su lengua. Cuando noté que la humedad de la punta de su lengua penetraba en la oscuridad de mi culito, aquello me sobrecogió tanto que yo misma empujaba para que la introdujera más profunda.
Durante un rato sentí morir de placer y pensé que no podría resistir más, hasta que de repente cesó con su lengua. Tomó su regalo con ternura poniendo la punta de su pene en la entrada de mi culito. Fui sintiendo como presionaba lentamente abriéndose paso centímetro a centímetro. Dejándome penetrar perdí la cordura, enloquecí de placer cuando llegó al tope y sentí como sus testículos golpearon mi clítoris.
Miré su rostro que denotaba furia por empezar a poseerme con rabia, pero supe que antes quería hacerme sufrir en esa lentitud para que le sintiera. Sus movimientos fueron acelerándose y su ímpetu parecía querer partirme en dos El placer era tan inmenso que ya no tenía fuerzas para sujetarme y me dejé caer. Durante un tiempo todo se repitió hasta que noté que Adrián no se haría esperar y ayudándole moví mis caderas presionando su cuerpo contra mí, hasta que ambos nos unimos en gritos de placer como si de dos lobos se tratara.

martes, 27 de abril de 2010

Amantes silenciosos (V)

Al sentir la lluvia cálida de su semen correr en mi interior, la felicidad inundó mi ser y las embestidas fueron más fuiosas que nunca, hasta que nos quedamos exhaustos. Durante largo tiempo permanecimos en aquella postura que con besos tiernos logramos hallar la paz en aquella tormenta de pasión.
Aquel día, antes de salir, me puso sus llaves en la mano y dijo:
-¿Volverás?
Sin responder las guardé y me fui dándole un último beso.
Hoy tuve la necesidad de ir a su casa y ponerme frente al espejo para recordar acariciándome aquellos momentos. Sabía que Adrián no regresaría hasta por la tarde y fue al oler un aroma conocido y deseado para mi, lo que me despertó de aquella maravillosa sensación.
Abrí los ojos y pude ver que él estaba allí, contemplándome como si me hubiese leído la mente. Supe entonces que viviría una nueva pasión con él.
(Fin)

sábado, 17 de abril de 2010

La esfera mágica

Mañana va a llover- dijo mientras acariciaba aquella bola de cristal, que emitía unos rayos azulados al roce de su tacto, que se prolongaban unos centímetros más allá de su propia mano. Después me dijo que a la luz de una llama encontraría el verdadero amor y sería feliz para siempre. La miré a sus ojos y quise decir lo que pensaba, pero antes con mis pies tiré del cable que transmitía corriente a aquella esfera y nos quedamos a oscuras. Saqué el mechero de mi bolsillo, lo encendí y le dije: -Mi amor eres tú, que buena bruja eres. (M.Cas)

Cabalgata de reyes

-Mañana va a llover -dijo mi tía Dolores mientras se sentaba torpemente sujetándose la cadera en su viejo sofá y añadió: - porque me duelen los huesos y me avisan de cuándo va a llover. Remedios, mi otra tía, que se había comprado un nuevo paraguas, negó al instante que eso fuese posible porque a ella le brillaban los ojos de mirar por la ventana donde veía el arco iris en el horizonte y dijo: -En la televisión dio buen tiempo Y le pregunté ¿Por qué te compraste el paraguas? -Para coger caramelos en la cabalgata de reyes-me respondió

domingo, 11 de abril de 2010

Dolor de hija

Seguimos sin hablarnos y continúo mirando las manetas del reloj. No lo soporto, si pasa una hora más este silencio esta vez si que me voy de casa. La impaciencia de esos momentos me remordía la conciencia a pesar de que no había echo nada. Nada imperdonable. Cuando mi madre me veía en esa desesperación entonces un abrazo hacía la reconciliación. Y yo pensaba, puff... ya esta, no lo haré más. Ella es poseedora de un arma muy poderosa, como yo sé hoy que esa misma arma fue la que me hizo entender cuanto me quería.

Un billete fantasma

Seguimos sin hablarnos desde aquel último día cuando estábamos apunto de reencontrarnos de nuevo. Después de haberla llamado en las horas que yo sabía que su teléfono sería atendido, con mi maleta preparada, algo pasó dentro de mi que terminó desordenando mi cama con aquella ropa que con tanta ilusión había sido doblada. La sensación que tuve en ese momento al no contestarme sobre la decisión del billete de tren, fue que ella no me quería. Al día siguiente un mensaje de llanto y pesar me hizo saber que era ella la que sentía que yo no le amaba. (M. Cas)

Silencio de amor

Seguimos sin hablarnos después de una semana, noto que me evita al mirarme. En la comida sus ojos se clavan en las patatas fritas que en un triste huevo de yema seca se empeña en mojar las puntas. Al llegar la noche, ella como dueña de la pensión me da las llaves y cada uno se va a su habitación cruzando una tímida mirada que me dice que en la hora bruja mi puerta se abrirá y entrará la fantasía que durante el día silenciamos. Mientras escuchamos el roncar de su marido, ella me pide que la lleve conmigo. (M. Cas)

jueves, 8 de abril de 2010

Urbanita

Flechazo en carnaval

¡Imbéciles! Retumba en mi mente el recuerdo de sus gritos, mientras la rescataba de una bandada de palomos, que la incordiaban levantándole la falda. Sus coletas, la falda de tablas y la mirada por encima de sus gafas, no delataban los treinta años que tenía. Fue coincidencia que yo fuese vestido con toga y birrete. Se acerca el tiempo pagano de cuaresma y empiezo a pensar que le propondré este año, algo donde ella lleve faldas como ir de sacerdote y monja o de señorito y sirvienta, con la sorpresa de que pareceremos dos imbéciles celebrándolo en los carnavales de Cádiz.

sábado, 20 de marzo de 2010

Lo primero es lo primero

Dos chavales jovenes de 18 años que se sienten enamorados y el le pregunta: -¿No crees que debería presentarme a tus padres? y ella responde: -¿No crees que sería mejor follar antes? (M. Cas)

miércoles, 17 de marzo de 2010

Creatividad

Prisionero de su esfera. Había quien quería sacarlo de ese mundo pensando que se volvería loco. En cambio, él divagaba ordenando sus pensamientos hasta que de ese mundo nacía una nueva fantasía que alimentaba su necesidad de expresar. Era entonces cuando verdaderamente se sentía vivo. A veces la necesidad por escribir todo lo que imaginaba le dejaba agotado, aunque esa sensación se convertía en paz al terminar y aún más, cuando sus cuentos veían la luz impresa en tinta e imaginaba como los niños penetraban en esa esfera de colores llena de personajes pintorescos que les hacía feliz, como él lo había sido. (M. Cas)

El trepa

Prisionero de su esfera de poder que se había vuelto en su contra y que cada día aprisionaba más su cuello. En su afán de subir escalones no contempló quienes le rodeaban para alcanzar la cúspide. Nunca consideró que esos mismos serían quienes le privaran del placer del poder pues volvió a sentir como le maltrataron dejándole caer desde su propio abismo. Al menos, entendió por qué aquellos abusones abusaron de él cuando estaba en el colegio, fueron ellos su maestro. Pero el gusto de alcanzar su meta le hizo recordar que no debía tener escrúpulos y que todo es válido si quieres ganar.

lunes, 8 de marzo de 2010

Escalibur

Dame tu escalibur porque
cortas como la sinceridad
dañas como un amor sin control
alivias como la muerte al vencido
das sosiego con tu vaina
y en tu filo está la verdad.
(M. Cas)

miércoles, 24 de febrero de 2010

Martes y trece

Entonces es martes, seguro, por lógica. Caí en el único bache que había por esquivar el maldito gato negro, sólo pinché la bici. Quizás no esté todo perdido porque Juan vive cerca y me podrá dejar su bomba para repararla y poder llegar a tiempo a la boda de mi exmujer. Pero Juan es muy raro y si me dice que no la encuentra o no me abre la puerta o manda a su mujer para decirme que no está. Cuando me abrió la puerta, le dije:
-Gracias Juan pero ya no la quiero. Así no veré como se casa mi mujer con otro (Manuel Cas)

Por la boca muere el pez

Por cierto, ¿hoy es domingo? ¿Dime que no lo es? Porque si lo fuera sabría que hoy te marcharías y volveremos a estar alejados y no podré sentir como ahora el calor de tu cuerpo desnudo, ni el tacto de tu piel contra el mío. No podría soportar no saber cuando volveremos a hacer el amor y jugar con nuestras miradas a provocarnos deseos. -!Despierta! estás hablando en sueños. Aun dormida respondí: -Gracias Juan por seguir aquí aun conmigo. -Pero María que soy tu marido, no soy Juan, además hoy es lunes. -Perdóname soñaba que estaba en el instituto recitando un poema de amor

Madre sólo hay una

Por cierto, ¿hoy es domingo? Sinceramente no sé porque me lo pregunto si nunca. Que lejos quedaron aquellos tiempos cuando los domingos se descansaba. Recuerdo que nos reuníamos todos muy bien vestidos para salir a misa, donde nos encontrábamos con otros familiares y que después juntos festejábamos mientras cocinaban. Los que éramos pequeños jugábamos a veces a la comba y otras al fútbol con los adultos. Ahora la realidad es otra y mis amaneceres les pertenecen a mi familia que después de tanto tiempo parecen ser pesadilla. Hoy pensé, lo bonito que sería el amor si me trajeran alguna vez el desayuno a la cama. (M.Cas)

miércoles, 3 de febrero de 2010

Un día de playa

-¡Aquí vinimos a descansar! ¡Este viaje es un desastre! - se quejaba mi padre mientras conducía. A los pocos kilómetros pinchamos, luego se estropeó el aire acondicionado que no era mas que un ventilador. Yo con el flotador en la cintura, mi hermana con la radio en el oído tarareando todo el viaje. Papá y mamá discutiendo con el mapa desplegado. Hasta que un calentamiento del seiscientos nos obligó a parar en medio de unos pinares y mi madre sonriendo sacó la nevera y un mantel. Mientras colocaba las fiambreras recogíamos piñas disfrutando del lugar, fue entonces cuando empezó el verdadero descaso.

La cotorra

Aquí vinimos a descansar dijo la tía Antonia mientras se acomodaba en el sofá. Sin dar tiempo a reaccionar, como si trajera aprendida la lección, empezó a criticar a la familia sin parar. A veces, alternaba pidiendo un café y unas galletas y mi prima la pobre intentaba decir algo pero no lo conseguía. Ambas la mirábamos estupefactas, esperando que las galletas la frenaran. Cuando hizo una pausa para respirar, aproveché para decirle que la novela que tanto le gusta empezaba y encendí la televisión. Mi tía sin más nos mandó callar para verla. Fue entonces cuando el verdadero descanso llegó.

Crisis de ultratumba

Aquí vinimos a descansar, la noche nos dejó exhaustos. Ya nada es como antes, la gente no se asusta de nada, será porque hay tanta delincuencia... Veo que ninguno de vosotros os comisteis nada, volvéis con las manos limpias. A este paso nos moriremos de hambre, tendremos que comernos los malditos ajos. Al menos yo traje conmigo a una chica, pero no la compartiré con vosotros, tenéis que aprender a valeros por vuestra cuenta agudizando el ingenio y mordiendo antes de preguntar. Bueno cada uno iros a vuestra tumba que yo me voy a cenar a mi presa. (M. Cas)

Secreto a voces

-!Aquí vinimos a descansar! !Llegó el relax!- exclamé mientras soltaba las maletas.
-Ignoras que tenemos otros planes- dijo mi amiga Laura- Esta noche ponte tus mejores galas, te llevaré a un sitio llamado "azúcarrrrr" y una cosa más, lo que aquí ocurra aquí se queda.
Más intrigada me quedé cuando la vi aparecer ceñida con una falda negra, unos vertiginosos zapatos rojos y un pañuelo atado a su cuello a juego.
-¿Vas de caza?- pregunté
- Puedo decirte que esta noche bailaré mi mejor salsa.
Nueve meses más tarde nacía Lucía y en el hospital de visita, le dije:
-Todo no se quedó en nuestro viaje...

martes, 26 de enero de 2010

Glotones

Además me voy a chivar a mis padres, pensé después de que me dejaran fuera de la fiesta de cumpleaños de Laura. Esa tarde me senté en un banco de la plaza mayor donde una estatua de un tío gordo y calvo me miraba. Mientras me comía un bocadillo de mortadela, me dio la sensación de que me pidió un trocito y me apresuré a comerlo. Cuando todos se marcharon regresé a casa, al ver a mis padres fui a chivarme pero al saber que mis hermanos estaban enfermemos con cólicos causados por el atracón de pasteles, sólo dije “de la que me he librado” (M. Cas)

El delator envidioso

Además me voy a chivar a mis padres gritaba Alex rabioso porque no le dejábamos que nos acompañara a los pasadizos de la antigua fábrica de explosivos. A pesar de sus amenazas, lo dejamos en la entrada. Improvisamos una antorcha envolviendo trapos y nos adentramos hasta encontrar lo que un día fue la cocina. Nos asustamos al ver las enormes ratas y no nos extrañó que los gatos temieran entrar allí. En la pared había escritas unas palabras
“yo llegué primero. Alex”.
Nos quedamos mirando y decidimos regresar. En la puerta nos esperaban nuestros padres enfadados y Alex sonriente. Entonces le gritamos
- ¡Chivato¡ tu también has entrado.

domingo, 17 de enero de 2010

Jubilación anticipada

Lamentarán el error del año pasado. No saben aún la información que tengo sobre los productos de la pirotecnia. Me alegro de padecer el síndrome de Diógenes, algún día llega su utilidad. Sospecho que por eso me miran extrañamente cuando por las tardes, mientras el perro se pasea, yo me entretengo tirándole piedras a una charca para ver como caen por el terraplén. Con sesenta años, tirando piedras y pensando lo poco quedaba para que me jubilasen. Hoy cogemos el mismo vuelo con mi exjefe.
“Bien, acabo de pasar el control del aeropuerto. Ahora esperando a que despeguemos y zas, a volar por los aires”

Laureles de gloria

Lamentarán el error del año pasado cuando me apartaron de proyecto para dárselo a él amante del manda más. Había preparado a mi equipo concienzudamente en cada movimiento, gesto, expresión y sincronización, adaptando sus cualidades a sus actitudes y con la moral muy alta. Se aprovecharon de mis planes, pero la maquina no funciono como esperaban, pues los secretos estratégicos para desarrollarlo sin fallos estaban en mí. Esta vez demostraré que se equivocaron, porque me presento por libre con mi grupo tal como yo lo quería. Ganaremos el concurso de baile de salón recogiendo los laureles que nos negaron porque somos los mejores. (M.Cas)

miércoles, 6 de enero de 2010

¿Llueve?

Llueven aquí lágrimas
de ardientes sentimientos
nacidos de una verdad entre pensamientos.
Mojan los sentidos ocultos
hacen charcos insinuantes
dejan húmedos deseos
que sólo con un húmedo beso se curaría.
En fin, llueve.
Nosotros lo oiremos
mientras el susurro de nuestras voces
nos acoge bien confesados
y a la espera de nuevos pecados para delitarnos.
(M. Cas)

Un rostro conocido

Me acerco y anoto sus nombres al terminar la prueba de teatro mientras se alejaba caminando tuve unos recuerdos enmarañados unidos a una sensación cariñosa pero no alcancé a saber las razones. Al llegar a casa, inconscientemente me fijé en la fotografía de graduación y allí estaba ella junto a mi. Recordé que estuvimos en el mismo colegio y que fuimos cómplices en mil aventuras en las que siempre le gustaba imitar a algún personaje de la televisión. Ahora voy a ser yo su director cuando fue ella quién me transmitió el gusto de la interpretación. Sonriendo pensé “volveremos a jugar juntos de nuevo” (M. Cas)

Que Dios me libre

Me acerco y anoto sus nombres escuchaba que decían cada sábado los porteros del antro. Cuatro gorilas deciden si entras, aunque enseñando cincuenta euros tu nombre aparece en la lista. Cuando cruzas la puerta ves que esta lleno de niños pijos y unas cuantas niñas vestidas para seducir que a veces resultan ser travestis. La camarera anda sobre una tarima para aparentar más altura y cuando da la espalda enseña sus braguitas de encaje y si alguien le tira los tejos saca sus armas de vampira reprimida para incitarles a que sigan… ya me casé, mi nombre sólo aparecerá en lista del seminario.

lunes, 4 de enero de 2010

La pluma de pavo real

Los hombres que a mi me gustan no saben llorar ni se arrodillan ante nada, saben luchar sin miedo por sus objetivos sabiendo siempre lo que quieren. En su rostro se les ve esa seguridad y en su forma de andar se distingue su convicción.
-¿Has encontrado alguno así? porque yo también quiero uno- preguntó María
-No, aún no.
-Pues enconteces te quedarás soltero.
-Creo que me conformaré con los que lloran que también tienen sus encantos.
-Tú fuiste para mi ese hombre que has descrito. Pero ahora eres mi mejor amiga que juntas compartimos nuestro hijo y el pan de cada día. (M. Cas)

A sus órdenes mi sargento

-Los hombres que a mi me gustan no saben llorar- dijo mi sargento el día que me arrestó.
Estando de maniobras entré en su tienda de campaña y le encontré sin ropa abrazado a sus rodillas y con los ojos enrojecidos. Parecía tener a la serpiente que había en su bota.
-A sus órdenes mi sargento, el teniente le espera- le dije, saludándole.
-Soldado no me mira y no haga ruido. !Llévese mi bota y mátela!
Mientras la recogía se incorporó, entonces supe que no le gustaría ya que al mirarla se me cayeron dos lágrimas e incoscientemente pregunté:
-¿Cómo se puede hacer la guerra con ese cuerpazo? (M. Cas)