Mientras me abalanzo sobre ella, pienso en esos momentos que sólo en mis sueños de la infancia había recreado. Miro sus ojos y los míos se inundan de felicidad, es algo indescriptible. La ternura que me provoca aquella mirada, me hace pensar que no es posible. Parece ser tan frágil y sentir esa fuerza en mi dedo que coge con su manita, es como sentir que me abraza y me dice ya estoy aquí. Busco la mirada de mi marido para compartir esos instantes únicos y nos besamos
-¿Qué haremos con la habitación rosa?- pregunta él
-Da igual, él se llamará Daniel- contesta ella
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