La que siempre lucía antes de que los bombardeos acabasen con él. Ya en la instrucción enfatizaba sobre el honor en la batalla, mientras con sus pulmones hinchados nos mostraba las condecoraciones en su casaca. Era curioso que el jamás había estado en una guerra hasta aquel día. Alguna vez me pregunte porque nunca le vi sonreír y aquella triste noche pude saber la respuesta. El sargento para salvar a dos soldados novatos tuvo que perder su mano y sus labios ya que desanillaron una granada por eso era el único barbilampiño de regimiento. Antes de morir tendido en el barro pude ver una sonrisa y como limpiaba sus medallas
No hay comentarios:
Publicar un comentario