martes, 27 de abril de 2010

Amantes silenciosos (V)

Al sentir la lluvia cálida de su semen correr en mi interior, la felicidad inundó mi ser y las embestidas fueron más fuiosas que nunca, hasta que nos quedamos exhaustos. Durante largo tiempo permanecimos en aquella postura que con besos tiernos logramos hallar la paz en aquella tormenta de pasión.
Aquel día, antes de salir, me puso sus llaves en la mano y dijo:
-¿Volverás?
Sin responder las guardé y me fui dándole un último beso.
Hoy tuve la necesidad de ir a su casa y ponerme frente al espejo para recordar acariciándome aquellos momentos. Sabía que Adrián no regresaría hasta por la tarde y fue al oler un aroma conocido y deseado para mi, lo que me despertó de aquella maravillosa sensación.
Abrí los ojos y pude ver que él estaba allí, contemplándome como si me hubiese leído la mente. Supe entonces que viviría una nueva pasión con él.
(Fin)

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