domingo, 11 de abril de 2010

Silencio de amor

Seguimos sin hablarnos después de una semana, noto que me evita al mirarme. En la comida sus ojos se clavan en las patatas fritas que en un triste huevo de yema seca se empeña en mojar las puntas. Al llegar la noche, ella como dueña de la pensión me da las llaves y cada uno se va a su habitación cruzando una tímida mirada que me dice que en la hora bruja mi puerta se abrirá y entrará la fantasía que durante el día silenciamos. Mientras escuchamos el roncar de su marido, ella me pide que la lleve conmigo. (M. Cas)

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