martes, 3 de noviembre de 2009

Celos

El hombre luce una inquietante sonrisa que despinta al más valiente al cruzarse con él. Mis piernas flaqueaban mientras mi mente giraba vertiginosamente recordando que le pude haber echo, para que me mirara de esa cara. Ya de frente a mi, alzó su gran mano abierta mostrándome su anillo nupcial, para después sacárselo y con dos dedos casi sin fuerza lo retorció. Bruscamente lo depositó en mi mano y mirándome con lágrimas en los ojos, me dijo en sollozos:
-¿Por qué te metiste a cura? Maldito diablo, si éramos felices.
-¿Sabías que trabajo en el teatro?-respondí con ternura
Y una nueva sonrisa renació en él. (Manuel Cas)

No hay comentarios:

Publicar un comentario