Los hombres que a mi me gustan no saben llorar ni se arrodillan ante nada, saben luchar sin miedo por sus objetivos sabiendo siempre lo que quieren. En su rostro se les ve esa seguridad y en su forma de andar se distingue su convicción.
-¿Has encontrado alguno así? porque yo también quiero uno- preguntó María
-No, aún no.
-Pues enconteces te quedarás soltero.
-Creo que me conformaré con los que lloran que también tienen sus encantos.
-Tú fuiste para mi ese hombre que has descrito. Pero ahora eres mi mejor amiga que juntas compartimos nuestro hijo y el pan de cada día. (M. Cas)
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