viernes, 25 de junio de 2010
Como un maniquí
Pedro, el oculista, ha salido corriendo detrás de su perro, porque en un descuido, al caérsele su sonotone, lo atrapó pensando que era un hueso. En aquel trance equivocadamente cogió unas gafas. Y al salir tropezó con una mancha negra que se movía huyendo de algo, yendo a caer justo en un busto que transportaban a la tienda, sintiendo por primera vez unos pechos tan cercanos. Cuando su mancebo le ayudó cambiando sus gafas y se dio cuenta que era sordo y ciego como aquel maniquí. Y que aquella mancha era el gato que perseguía su perro que aún llevaba su oído en la boca.
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