miércoles, 3 de febrero de 2010

Un día de playa

-¡Aquí vinimos a descansar! ¡Este viaje es un desastre! - se quejaba mi padre mientras conducía. A los pocos kilómetros pinchamos, luego se estropeó el aire acondicionado que no era mas que un ventilador. Yo con el flotador en la cintura, mi hermana con la radio en el oído tarareando todo el viaje. Papá y mamá discutiendo con el mapa desplegado. Hasta que un calentamiento del seiscientos nos obligó a parar en medio de unos pinares y mi madre sonriendo sacó la nevera y un mantel. Mientras colocaba las fiambreras recogíamos piñas disfrutando del lugar, fue entonces cuando empezó el verdadero descaso.

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