lunes, 15 de junio de 2009

Mi mar

Era mi diluvio, pero no mi barca aunque se contoneaba como si las olas la mecieran y en sus movimientos, la sensualidad de su oleaje atraía mi mirada. Al tiempo que la brisa hacía que su aroma penetrara en mi interior, elevándome en las ansias de navegar con ella. Cuando recordé que estaba vacío, aquel diluvio en mis ojos brotó de nuevo. -¿Por qué se me fue a la deriva? ¿Por qué no quiso que mis manos guiaran sus remos?- me preguntaba- Si para mí ella es mi tesoro y el amor de mi vida.

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