
Disimulaban algunos leyendo el periódico, otros se hacían los dormidos mientras miraban a las chicas que aprovechaban para terminar de emperifollarse antes de llegar a sus trabajos.
Era la primera vez que viajaba en aquel tren de las ocho desde mi pueblo a la capital porque empezaba en mi nuevo empleo, y nada mas entrar en el vagón di un eufórico:
!Buenos Días! en voz alta.
El cual provocó que dejaran de mirarse para clavar sus miradas en mí. Sin respuesta, me dije:
"ya irán conociéndome y acabarán respondiendo" (M. Cas)
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