jueves, 4 de noviembre de 2010

Viajes de realnima

Rutinariamente, intercambió sus pulseras identificativas. Compartió habitación con Juan, un niño de mirada triste, languidecido cuerpo y debilitado hálito debido a su tratamiento de quimioterapia. En sus ojos veía sus ganas de viajar a un mundo del cual él tenía la llave y sin dudarlo, cuando dormía, le ponía su pulsera para cederle su billete con el celador con destino a la rehabilitación.

2 comentarios:

  1. hola tenemos el mismo nombre saludos

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  2. La coincidencia es síntoma de buen gusto. Espero que tu blog tenga la repercusión que esperas.
    Un saludo y suerte. Manuel Cas

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