miércoles, 2 de noviembre de 2011

La sal de la vida

Como tantas veces había hecho de niño después de leer los tebeos, jugaba a ser un superhéroe. También quise ser un árbol, pero nunca aprendí a posicionar los brazos para que los pájaros anidaran. Solo conseguí burlas de las niñas cuando usaban mis brazos como perchas para sus abrigos. O como cuando quise ser un agente secreto que buscaba una científica que había descubrió la formula del amor. Hasta que la encontré y me case con ella. Alguna vez se burla de mí usando mis brazos de pechas. Lo que no sabe aun es que hacia el bobo por ella. Hoy termine de leer “El Quijote”

M. cas

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